
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? – preguntó Abdul.
El hombre de negro no respondió.
-¿ Cómo te llamas? – le interrogó nerviosamente, de nuevo, Abdul .
Yo soy… La Muerte. – El extraño respondió secamente y se fué.
Abdul dejó caer la cesta de la compra, se dirigió corriendo al palacio y entró deprisa y corriendo en la habitación del Califa.
-Lo siento, señor. Tengo que dejar Bagdad inmediatamente – dijo Abdul.
-¿Por qué?¿Qué ha sucedido? – preguntó el Califa.
- Acabo de encontrarme con la Muerte en el mercado – replicó Abdul.
-¿Estás seguro? – le interpeló el Califa.
- Sí, completamente seguro . Estaba vestido de negro y me miró fijamente. Voy a ir a la casa de mi padre en Samara. Si voy ahora mismo, estaré allí antes de la puesta del sol – dijo Abdul.
El Califa pudo ver que Abdul estaba aterrorizado y le dio permiso para ir a Samara.
El Califa estaba perplejo y no entendía nada de aquel asunto, pero, como le tenía mucho cariño a Abdul, se enfureció mucho porque su criado había sido atemorizado por ese extraño del mercado. Entonces decidió ir allí a investigar aquel oscuro asunto. Después de un rato, el Califa encontró al hombre de negro y le increpó:
-¿Por qué atemorizaste a mi sirviente?.
-¿ Quién es vuestro sirviente? –le respondió el extraño.
-Su nombre es Abdul – contestó el Califa.
-Yo no quería atemorizarle. Estaba sorprendido de verle en Bagdad – replicó la Muerte.
-¿Por qué estabas sorprendido? – preguntó el Califa.
Estaba sorprendido porque tengo una cita con él…esta noche… en Samara".