10/8/08

EL MIEDO


"El miedo pertenece también al eros, habla a través del thymós e inhibe mediante la intervención psíquica. Este miedo nos mantiene unidos a la humilde realidad; es el calambre admonitorio que inhibe la soberbia, el hochgefuhl, del ascendente Eros alado. "Estate atento", "ve despacio", "no hagas nada", son también expresiones del eros. Tales negativas (proferidas por la misma voz que afirma) estimulan al ánima a distinguir sus necesidades psicológicas. El ánima se hace consciente de sus propias intenciones, se distancia en el tiempo y el espacio, y expande así el campo de la realidad psíquica, observando, por ejemplo, sus fantasías eróticas, sus sensaciones corporales, sus estados de ánimo, sus propias huídas. La psique, conteniendo esa tensión incrementada, puede transformar al eros y enseñarle a diferenciar las metas de sus pulsiones.
La psique puede también reflejar como un espejo, asumir la guía con su lámpara, dejar el hilo a lo largo del laberinto, para encontrar el camino en una relación exterior o en la incertidumbre interior. El miedo, en tanto inhibición perteneciente a la parte demoníaca del daimon, es el inicio de la psicología. El rechazo, la impotencia y la frigidez pueden también ser expresiones del eros, parte del "no" del daimon. Dicho miedo es un regalo espontáneo del eros en la misma medida que lo es el impulso erótico mismo. Confiar y dudar, conceder y negar, abrir y cerrar, retroceder y avanzar, son parte del juego recíproco entre el eros y la psique -a través del cual el uno se va configurando por el otro-, que abarca desde el más tímido escarceo amoroso infantil hasta el ritmo de los opuestos del mysterium coniunctionis.
A la importancia del miedo se le ha prestado una escasa atención verdaderamente psicológica. No poseemos más que investigaciones fisiológicas, iniciadas principalmente por Cannon; interpretaciones sexualizadas en concordancia con la teoría freudiana de la angustia; y descripciones filosóficas de conceptos como el pavor existencial. La afirmación bíblica de que el miedo es el inicio de la sabiduría tiene un denso significado psicológico. El miedo no es meramente algo negativo que debe ser superado con el coraje o, en el mejor de los casos, un mecanismo instintivo protector; es más bien positivo, una forma de sabio consejo. Jung, en sus inéditas Notas-Seminarios , habla del miedo (phóbos), y no del poder, como del verdadero opuesto del eros. Esta idea nos resulta familiar, pues en la primera carta de San Juan (4, 17-18) se relaciona el miedo con el amor, como su enemigo. El amor aviva el miedo. Tenemos miedo de amar y tenemos miedo cuando amamos, realizamos rituales mágicos, buscamos signos y pedimos protección y guía. Aunque es cierto que todo el mundo ama a un amante, también lo es que el mundo teme a los amantes a causa de la destrucción que acompaña su alegría. Cuando Psique, en nuestra fábula, cae presa del pánico y se arroja al río, es salvada por Pan, que es tanto pánico como caprina compulsión erótica. Tánatos y Eros no están tan lejos uno de otro".


James Hillman
"El mito del Análisis" Ed. Siruela